miércoles, 27 de mayo de 2009

Otra forma de luchar contra el narco

El acoso a los medios informativos y la intimidación a los periodistas es uno de los aspectos más cobardes de la guerra que el narco le ha declarado a la sociedad mexicana. Y la peor forma que reviste esta cobardía es el asesinato de informadores, un método que busca imponer el silencio sobre sus actividades ilegales, aunque a estas alturas los capos deberían haber entendido que esos crímenes no sirven para nada y únicamente logran atraer aún más la atención sobre sus negocios ilícitos.

En menos de un mes, dos periodistas han sido asesinados en Durango, estado gobernado por el PRI-nosaurismo. Primero fue Carlos Ortega, del diario El Tiempo, ejecutado a principios de mayo. Posteriormente fue el turno del reportero Eliseo Barrón Hernández, del periódico Milenio-La Opinión de la Tarde, quien investigaba el tema de la inseguridad, sobre todo en la región lagunera: Barrón Hernández fue levantado por un comando y ejecutado de varios disparos. En esta guerra contra el narco, la transparencia es esencial para evitar los puntos oscuros que sólo generan confusión e incertidumbre. De ahí la importancia de la labor de los periodistas, que son los ojos y oídos de la sociedad. Es por ello que el dinogobernador Ismael Hernández Derás debe aplicarse más en su responsabilidad de proteger a los informadores, ya que sin ellos nos quedamos ciegos y sordos ante la violencia de los cárteles, tal y como pretenden las mafias. Proteger a los periodistas es también una forma de luchar contra el narco.

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