martes, 19 de mayo de 2009

La lealtad de la Maestra

Si hay algo peor que los críticos de ocasión, son los críticos hipócritas, carentes de toda autoridad moral. En un afán protagónico que es de todos conocido, la mal llamada Maestra, Elba Esther Gordillo, le quiso enmendar la plana al presidente en un acto público al afirmar que la lucha contra el crimen organizado, la extensa corrupción sobre la cual se apoya y los abusos cometidos en su combate han tenido un alto costo para la sociedad. Sólo la sed de figurar en los diarios explica cómo la maestra es capaz de soltar semejante nimiedad (digo, como si nadie supiera de los altos costos de la lucha contra el narco). Y esa insaciable sed también explica cómo la dirigente del SNTE se siente autorizada a pontificar sobre la corrupción cuando ella es un pájaro de cuentas.

No es cuestión de minimizar la corrupción en el país: la verdad, la caca la tenemos hasta el cuello. Y tampoco es cuestión de negar los abusos que se han cometido: las instituciones son perfectibles (incluso el Ejército) y el respeto a los derechos humanos es una necesidad imperiosa.

Pero otra cosa es que un personaje tan oscuro como la Gordillo se erija en un adalid de la verdad y la pureza: ¿Cuántas acusaciones de asesinato de maestros disidentes ha enfrentado en su carrera de sindicalista? ¿Cuál es el origen de su fortuna y porque su sindicato no transparenta sus gastos y cuentas? ¿Acaso ella, junto con Roberto Madrazo, no se robaron una elección interna del PRI-nosaurismo, misma que les permitió a ambos ocupar los máximos cargos de su partido?

Es por ello que la indirecta que le lanzó Calderón le ha de haber caído como gancho al hígado: el mandatario respondió que el verdadero costo son los millones de mexicanos que han sufrido la “inacción, la pasividad, la cobardía, la ineficiencia” que provocó que el país cayera en manos de la delincuencia.

Eso es lo malo de políticos como la Gordillo, que se supone era una aliada política del presidente: nomás velan por si mismos y no le tienen lealtad a nadie ni a nada. Y deberían callarse o hacerse a un lado en vez de soltar reclamos que nadie les cree.

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